(como habrán notado) si hay algo que yo no soy es pudorosa. puedo hablar de cualquier temática en general con total desparpajo (creo que lo que más escandaliza es que no tengo drama en contar cuestiones sexuales, de hecho, NECESITO contarlas. considero que es un tema de lo más divertido e interesante para dialogar). sin embargo, en lo único que me mata la timidez (como a ema ortega) es en las cuestiones escatológicas. que se yo, los pedos, la caca y los vomitos no me dan gracia chicos, me dan asquito (que te hacé la leidi di pata sucia, me diría e.-) pero bueno, es asi. es por esa razón que nunca pude ver peliculas onda american pie. odio esa clase de género de comedias cuasi teletubiescas pedorras (por que son de pedos, no de malas, aunque también) para simios que dicen ser hombres. yo solo veo películas profundas con títulos y temáticas complejas como "jamás besada" o "por siempre cenicienta", no tengo tiempo para gastar en pelotudeces (quiero ser drew barrymore pero sin las drogas desde los siete años plis).
bueno, la cuestión que eso, lo escatológico no es lo mio, me desagrada. sin embargo una vez conté esto y ayer, mientras brindaba porque un gordo pedorro no me dejó ningún regalo me acordé de otra anécdota con mi vieja. como las fiestas me ponen emo y como cada vez que la escribo siento que mi mamá por unos segundos está viva para los demás y eso me genera un estremecimiento lindo, quise contarla hoy, ahora, recién levantada, con león gieco de fondo (cambiamos ojos por cielo - ...- sacamos cuerpo, pusimos alas).
ella estaba ya muy enferma. entre muchas otras cosas y dolores, tenía incontinencia. mi vieja fue siempre una tipa muy pudurosa, muy elegante, muy seria (nada que ver conmigo, claro). además ella tenía esa particularidad tan molesta de creerse perfecta; no acusaba ningún defecto. recuerdo que una vez en medio de una pelea yo le dije que me dijiese UN defecto de ella, uno solito. me contestó que bueno, que era un fastidio esto de tener la espalda grande (true history).
esa tarde ella dormía... dormía mucho en la última etapa de la enfermedad. yo había hecho la merienda y compré facturas de crema pastelera, sus preferidas. cuando el mate estuvo listo, subí a la habitación para despertarla. abrí la puerta despacio y la veo leyendo un libro. ella medio se sobresaltó.
ah, estás despierta. ya está el mate, ¿venís?.
mi mamá me hizo un gesto con la mano y sospechosamente apuradita me despachó: dale dale, andá, yo ya voy.
me di vuelta para salir y de pronto me paré en seco. divertida, me di vuelta y le dije: pero qué olor. ¿qué onda?. me empecé a reir y le solté: ¿te tiraste un pedo???
mi vieja, escondida atrás del libro me miró por encima, me guiñó un ojo y con seriedad prefesional me contestó: uno no nena, varios.
bueno, la cuestión que eso, lo escatológico no es lo mio, me desagrada. sin embargo una vez conté esto y ayer, mientras brindaba porque un gordo pedorro no me dejó ningún regalo me acordé de otra anécdota con mi vieja. como las fiestas me ponen emo y como cada vez que la escribo siento que mi mamá por unos segundos está viva para los demás y eso me genera un estremecimiento lindo, quise contarla hoy, ahora, recién levantada, con león gieco de fondo (cambiamos ojos por cielo - ...- sacamos cuerpo, pusimos alas).
ella estaba ya muy enferma. entre muchas otras cosas y dolores, tenía incontinencia. mi vieja fue siempre una tipa muy pudurosa, muy elegante, muy seria (nada que ver conmigo, claro). además ella tenía esa particularidad tan molesta de creerse perfecta; no acusaba ningún defecto. recuerdo que una vez en medio de una pelea yo le dije que me dijiese UN defecto de ella, uno solito. me contestó que bueno, que era un fastidio esto de tener la espalda grande (true history).
esa tarde ella dormía... dormía mucho en la última etapa de la enfermedad. yo había hecho la merienda y compré facturas de crema pastelera, sus preferidas. cuando el mate estuvo listo, subí a la habitación para despertarla. abrí la puerta despacio y la veo leyendo un libro. ella medio se sobresaltó.
ah, estás despierta. ya está el mate, ¿venís?.
mi mamá me hizo un gesto con la mano y sospechosamente apuradita me despachó: dale dale, andá, yo ya voy.
me di vuelta para salir y de pronto me paré en seco. divertida, me di vuelta y le dije: pero qué olor. ¿qué onda?. me empecé a reir y le solté: ¿te tiraste un pedo???
mi vieja, escondida atrás del libro me miró por encima, me guiñó un ojo y con seriedad prefesional me contestó: uno no nena, varios.
¿Leíste Alicia Steimberg? Te gustaría. Y era mi tía, y murió este año. Cariños.
ResponderEliminarNo creo que sirva de gran cosa, pero un boludo ignoto (su seguro servidor) amaba escuchar cosas de ella.
EliminarSiempre me pregunté como sería en vivo y en directo.
no entendí si le decías a comandante o a mi.
EliminarUn peligro, mejor no contarle nada si no querías que terminara en un libro :).
ResponderEliminarsabés que pensé que te había contestado pero al final veo que no.
Eliminarconocí a alicia, si. vivía cerca de casa, por almagro, ¿no?. fui un par de veces a su taller, no sabía que habia fallecido. nunca leí nada de ella igual, caí medio de casualidad. era una persona genial para conversar.
dejé de ir porque no me daban los horarios.
abrazo.
Sí, cerca de Las Violetas. Y creo que le gustaría que quedara de ella el rasgo que vos mencionás.
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