hoy volvía de mataderos en el 36. es un colectivo horrible, mugriento, con luces violetas como un cabarute venido a menos y estaba lleno de gente. sin embargo nada de eso me importó. hacía frío, es invierno, y conseguí mi lugar preferido, contra la ventana apoyada en los cosos esos para discapacitados. me puse a escuchar música en el mp3 y abrí la ventana, no hay cosa que disfrute más que el viento frío pegandome en la cara, más si trae consigo el frescor anochecido. venía concentrada en cerrar los ojos y dejar que el vientito me despeinara mientras semi movía la cabeza al son de lo que estaba escuchando. distraídamente miré hacia el costado y vi a un pibe precioso mirandome fijo, semi sonriendo por lo que veía; tenía unos ojos marrones lindísimos que brillaban y unos labios que te hacían pensar que si no los habías mordisqueado aunque sea una vez en tu vida te estabas perdiendo de algo bueno. me puse colorada y corrí la vista enseguida. me quedé quietita mirando el piso mientras sentía un sofocón que me recorría de pies a cabeza y sin poder evitarlo volví a levantar la mirada lentamente, haciéndome la pelotuda; me seguía mirando, se lo veía bastante divertido. incomodísima miré para otro lado, concentrandome en una vieja que estaba sentada en el asiento de enfrente, tratando de pensar en otra cosa. sin embargo no podía dejar de sentir que el pibe no había apartado la vista un segundo. como me moría por comprobarlo, me moví el pelo detrás de la oreja y lo miré de costado. esta vez nos cruzamos dos segundos y me sonrió abiertamente, pero no pude sostenerle la vista. me pasé todo el viaje pensando en que quería mirarlo otra vez, y otra, y muchas veces, y sostenerle la mirada hasta que se pusiese incómodo él, pero cada vez que nos mirabamos, mi derrota era instantánea. el pibe me penetraba, me desnudaba y volvía a desnudar, estaba completamente conciente de su poder y lo disfrutaba. aun sabiéndome totalmente derrotada, no podía parar de intentarlo. cada vez que levantaba mi vista el corazón se aceleraba y ante su indiscutible victoria huía como un ratoncito. al rato, y al parecer cansado del jueguito, se acomodó como para dormir y cerró los ojos. pensando que era mi oportunidad, me dediqué a mirarlo más y mejor; zapatillas topper, jean clarito gastado, un buzo negro con capucha, una gorrita, y una pose tan masculina como canchera y relajada. el pelo, corto y desprolijo, era castaño, la piel era muy blanca, y los labios... no habían pasado diez segundos de que lo revisaba cuando imprevistamente entreabrió los ojos y me miró divertido levantandome la ceja derecha, haciéndome saber que me había agarrado otra vez, y yo ni siquiera podía disimular que lo miraba accidentalmente. sintiendome la más pelotuda, colorada hasta el dedo gordo del pie y un poco mareada toqué el timbre y me acomodé en la puerta para bajar en parque centenario, aliviada de poder darle la espalda. mientras el colectivero frenaba en la parada, el flaco se levantó de golpe, poniéndose detrás mio y tocó el timbre, de tal forma que su mano quedó sobre la mia dos segundos, arreglandose para acariciarme "accidentalmente" y haciendome estremecer toda. miré hacia atrás, me miró, nos miramos, me volvió a sonreir e hizo un gesto indicándome que bajara primera.
me bajé, y el se bajó también; pero no volví a mirar para atrás.
media hora después, y ya totalmente a salvo en casa, todavía me late fuerte el corazoncito. soy una idiota.
me bajé, y el se bajó también; pero no volví a mirar para atrás.
media hora después, y ya totalmente a salvo en casa, todavía me late fuerte el corazoncito. soy una idiota.
mmmm qué buena historia! siempre me pregunto que pasaría si...
ResponderEliminarjajajja....tipico...una se hace toda la novela (erotica) en la capocha....y despues? jajaja que gilas somos!
ResponderEliminarme calenté.
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