me dijo que nadie le había avisado lo solo que estaba.
lo miré en silencio, sin saber que decirle.
levantó la vista y me preguntó por qué.
lo miré y le dije que yo pensé que ya lo sabía.
me miro y solo atinó a contestar secamente: no.
no pude sostenerle la mirada.
avergonzada, me estrujé las manos pensando que tenía que decirle algo en medio de ese silencio enorme que nos separaba cada vez más.
belén, me dijo.
lo miré.
me miró.
me acomodó el pelo atrás de la oreja.
volví a bajar la vista, porque sí.
me agarró del mentón y me besó despacio.
está bien, belén.
lo miré. se me llenaron los ojos de lágrimas.
pensé que sabías, volví a murmurar.
no sabía, me contestó.
lo miré y le dije la verdad. me dio miedo decirte.
me abrazó fuerte. pensó unos minutos. me separó y me miró.
vos tampoco me avisaste que mi vieja se moría.
pensé que sabías.
no, contesté.
también me dio miedo decirte, reconoció. no escuchabas a nadie ni nada en esa época.
tanto tiempo hablando, tantas horas. al pedo. tantas palabras. tanto vinculo, para qué.
me sonrió.
nerviosa, le sonreí de costado y bajé la vista una vez más.
cada día más linda vos eh.
cada día mas chamuyero, vos.
siempre tan melancólica, en el fondo.
es real, el dolor. está ahí, flotando en la superficie. nos quiebra, nos enceguece, nos hace andar zombies y agarrarnos de las cosas equivocadas para intentar sobrevivir.
¿a qué te agarrás vos?
a las cosas equivocadas.
sino no serías belén.
siempre intentando aunque sea flotar.
yo gustoso de ayudarte.
vos sos un yunque, hijo de puta. nos hundimos hasta abajo.
un día, petisa, te vas a dar cuenta de que la solución a tu angustia existencial estuvo todo el tiempo enfrente tuyo.
¿no será mucho darte tanta entidad?
no me boludés que me dan ganas de morderte.
andá, dejame en paz.
la próxima vez ¿me avisás?
la próxima. quién sabe.
te quiero.
lo sé.
decime que vos también.
no. si yo se que me querés por que no te lo digo.
lo miré en silencio, sin saber que decirle.
levantó la vista y me preguntó por qué.
lo miré y le dije que yo pensé que ya lo sabía.
me miro y solo atinó a contestar secamente: no.
no pude sostenerle la mirada.
avergonzada, me estrujé las manos pensando que tenía que decirle algo en medio de ese silencio enorme que nos separaba cada vez más.
belén, me dijo.
lo miré.
me miró.
me acomodó el pelo atrás de la oreja.
volví a bajar la vista, porque sí.
me agarró del mentón y me besó despacio.
está bien, belén.
lo miré. se me llenaron los ojos de lágrimas.
pensé que sabías, volví a murmurar.
no sabía, me contestó.
lo miré y le dije la verdad. me dio miedo decirte.
me abrazó fuerte. pensó unos minutos. me separó y me miró.
vos tampoco me avisaste que mi vieja se moría.
pensé que sabías.
no, contesté.
también me dio miedo decirte, reconoció. no escuchabas a nadie ni nada en esa época.
tanto tiempo hablando, tantas horas. al pedo. tantas palabras. tanto vinculo, para qué.
me sonrió.
nerviosa, le sonreí de costado y bajé la vista una vez más.
cada día más linda vos eh.
cada día mas chamuyero, vos.
siempre tan melancólica, en el fondo.
es real, el dolor. está ahí, flotando en la superficie. nos quiebra, nos enceguece, nos hace andar zombies y agarrarnos de las cosas equivocadas para intentar sobrevivir.
¿a qué te agarrás vos?
a las cosas equivocadas.
sino no serías belén.
siempre intentando aunque sea flotar.
yo gustoso de ayudarte.
vos sos un yunque, hijo de puta. nos hundimos hasta abajo.
un día, petisa, te vas a dar cuenta de que la solución a tu angustia existencial estuvo todo el tiempo enfrente tuyo.
¿no será mucho darte tanta entidad?
no me boludés que me dan ganas de morderte.
andá, dejame en paz.
la próxima vez ¿me avisás?
la próxima. quién sabe.
te quiero.
lo sé.
decime que vos también.
no. si yo se que me querés por que no te lo digo.
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