de por qué siempre me gustaron los subibajas

hace poco, un amigo me dijo que esta canción lo hacía acordar a mi:

ahí recordé que cuando era chica mi mamá solía decirme que no tenia limites. nunca me bastaba, nada me era suficiente, todo lo vivía como una drama queen. era dificil seguirme en mis altibajos esquizoides, lo más mínimo hacía que mi ánimo virara intensamente. un ex novio me decía que yo era como esos perros que corrían en circulos alrededor del amo sin razón aparente y que no paraba, nunca: que le generaba mareos y ganas de vomitar porque no podía seguirme, porque siempre me terminaba escurriendo con una lógica incoherente para el resto del mundo.  mi ex y mi mamá coincidian en que siempre fui agotadora para los demás. las pequeñas tragedias cotidianas me hunden en pozos de desesperación, las alegrías silvestres me hacen sentir que solo tengo que ponerme en puntitas de pie para que el mundo sea mio; lo bueno es gloria efímera, lo malo angustia desbordante. entre medio una telaraña de frustraciones, carcajadas y ganas de no saber que siento-quiero-necesito. me consume la ansiedad como si el tiempo se me terminara pronto y yo tuviese tanto por decir-hacer-masticar-perder todavía y me asalta el temor de que no me alcance la vida para todo eso que me queda.
poco antes de que todo sucumbiera, me vieja me dijo que después de 21 años por fin me había entendido. el equilibrio emocional nunca iba a ser lo mio, y que, en realidad, estaba bien. que aunque eso me provocaba hundirme cientos de veces de forma extraordinariamente ridícula, rápida e irremediablemente trágica, también permitia que disfrutara de cada renacer como si fuese el último.

en días de poca luz como hoy me hace sonreir pensar que cuando menos me lo espere tendré entre mis manos la clave definitiva para la felicidad eterna que me durará todo lo que dure (un par de horas, tal vez) mi bipolaridad emocional.