esta increíble entrada sin desenlace ni final, comienza acá
cuando dejé de llorar, decidí que yo no me iba sin el parlantito.
no tenía crédito en el celular (para variar) pero había traído el numero del pibe. caminé 6 cuadras hasta encontrar un teléfono público (si, todavía existen). puse todas las monedas que encontré en mi billetera y recé para que esa cosa funcionase. funcionó. el pibe me atendió.
pibe: ¿hola?
belén.- hola, soy yo, no hay nadie.
(cinco segundos de silencio)
pibe: ¿sos la chica que venía de capital, belén?
belén, hastiada, como si fuese obvio: si. no hay nadie.
pibe: es que son las 8
belén.- estoy desde las 7 y media y está cerrado. si, soy una genia, se me acaba de ocurrir llamarte.
pibe: jaja
belén.- es que estuve dos horas en el colectivo.
pibe: bueno, esperame ahí, ahora voy.
belén.- ok.
me senté en el cordón de la vereda. se empezaron a agolpar de vuelta las lágrimas. no se por qué. si se porque, pero les va a parecer estúpido: me pone mal estar en lugares donde no se donde estoy y saber que estoy muy lejos de cualquier casa o persona que conozca. todo eso junto me pone triste y me da miedo no poder volver nunca perderme para siempre jamás y que nadie se entere porque no tengo crédito en el celular. es triste.
en eso estaba, pensando que mis zapatillas eran una mugre y que me tenía que bañar, cuando una camioneta paró al lado mio. alguien cerró la puerta y se me puso en cuclillas al lado.
pibe: ¿sos belén?
belén.- sip
pibe: disculpá que te hice esperar.
belén.- todo bien.
pibe: ¿estás muy enojada?
levanté la cabeza mientras me sacudía mi short de jean y lo miré dispuesta a decirle que si, obvio. un pibe en ojotas, con bermudas bajas que dejaban ver apenas un boxer negro y una chomba amarilla me sonreía, entre divertido y expectante. lo miré y no pude articular palabra.
y si, por supuesto, obviamente
me enamoré.
cuando dejé de llorar, decidí que yo no me iba sin el parlantito.
no tenía crédito en el celular (para variar) pero había traído el numero del pibe. caminé 6 cuadras hasta encontrar un teléfono público (si, todavía existen). puse todas las monedas que encontré en mi billetera y recé para que esa cosa funcionase. funcionó. el pibe me atendió.
pibe: ¿hola?
belén.- hola, soy yo, no hay nadie.
(cinco segundos de silencio)
pibe: ¿sos la chica que venía de capital, belén?
belén, hastiada, como si fuese obvio: si. no hay nadie.
pibe: es que son las 8
belén.- estoy desde las 7 y media y está cerrado. si, soy una genia, se me acaba de ocurrir llamarte.
pibe: jaja
belén.- es que estuve dos horas en el colectivo.
pibe: bueno, esperame ahí, ahora voy.
belén.- ok.
me senté en el cordón de la vereda. se empezaron a agolpar de vuelta las lágrimas. no se por qué. si se porque, pero les va a parecer estúpido: me pone mal estar en lugares donde no se donde estoy y saber que estoy muy lejos de cualquier casa o persona que conozca. todo eso junto me pone triste y me da miedo no poder volver nunca perderme para siempre jamás y que nadie se entere porque no tengo crédito en el celular. es triste.
en eso estaba, pensando que mis zapatillas eran una mugre y que me tenía que bañar, cuando una camioneta paró al lado mio. alguien cerró la puerta y se me puso en cuclillas al lado.
pibe: ¿sos belén?
belén.- sip
pibe: disculpá que te hice esperar.
belén.- todo bien.
pibe: ¿estás muy enojada?
levanté la cabeza mientras me sacudía mi short de jean y lo miré dispuesta a decirle que si, obvio. un pibe en ojotas, con bermudas bajas que dejaban ver apenas un boxer negro y una chomba amarilla me sonreía, entre divertido y expectante. lo miré y no pude articular palabra.
y si, por supuesto, obviamente
me enamoré.
Todo bien, pero los que tenemos un sólo huevo tendríamos que poder opinar en tu encuesta. Pensá que con uno sólo toda la sensibilidad recae en él... No sé, pensalo.
ResponderEliminarJ.
bueno, te dejo votar. pero solo porque me caes bien, vos y tu monohuevo.
Eliminarabrazote