esta historia empieza acá
ese día nada más pasó.
cuando nos levantamos para irnos me hizo un breve saludo con la cabeza y desapareció.
las semanas pasaron así, viste. yo mirándolo pero sin animarme a sentarme cerca. como siempre llegaba tarde tardísimo (yo), no había demasiadas posibilidades.
empecé a faltar, porque si. la maestría me aburre, me queda muy lejos, soy vaga, y casi no tengo tiempo libre. me olvidé, pronto, de ÉL.
no soy muy buena relacionándome con la gente. tengo problemas para iniciar el contacto social. si la gente no lo inicia conmigo, puedo morirme muerta de aburrición y soledad.
es una tara bastante grande, viste. no se comenzar conversaciones con desconocidos. las pienso, en mi cabeza, barajo excusas que no suenen tan idiotas, pero todo me parece impostado y estúpido, asique nada, no termino haciendo nada.
en la maestría, entre que no voy nunca y llego siempre tarde, no hice ningún compañero. hasta marcelo.
marcelo dijo en la primer clase, de presentación, que era militar. imaginate la reacción general, en una maestría de historia ante tamaña declaración.
un día salimos juntos y me preguntó que me tomaba.
le dije que el 42 y sonrió, me dijo que el también, que me acompañaba.
imagínate mi cara de horror. encima de provinciana, puanner, peronista y desconfiada. caminar con un militar a las diez de la noche sola por figueroa alcorta me parecía un horror. me despedí del mundo y me imaginé tirada en una zanja. los bigotes del señor me ponían nerviosa, y mis prejuicios mas.
sin embargo marcelo resultó ser un militar divino (de esos existen también, parece ser).
en medio de la conversación que fluía, naturalmente, no pude evitar preguntarle en un momento, de la nada:
belén.- disculpá... ¿vos sos facho?
marcelo.- yo soy peronista.
la salida elegante ganó mi corazón, y decidí que seríamos amigos para siempre. un para siempre bastante corto, como verán más adelante, pero bueno.
en eso estábamos, siendo amigos para siempre, cuando una noche ÉL me frena en la puerta mientras salíamos.
ÉL.- che... ¿vas para la zona de almagro? porque yo voy para allá. si querés te llevo... ehh, los llevo.
sobresaltada lo miré.
ÉL.- ...
belén.- ¿cómo sabés que voy para almagro?
ÉL.- te escuché que decías el otro día...
y es en estos momentos cuando confirmo lo pelotuda que puedo llegar a ser. me cerré la campera, le sonreí y dictaminé:
belén.- no gracias, me vuelvo con el señor.
la perplejidad de ÉL se sumó a la mía cuando llegué a casa y rememoré la situación. ¿¿¿me vuelvo con el señor????¿¿¿pero que carajo???
ese día nada más pasó.
cuando nos levantamos para irnos me hizo un breve saludo con la cabeza y desapareció.
las semanas pasaron así, viste. yo mirándolo pero sin animarme a sentarme cerca. como siempre llegaba tarde tardísimo (yo), no había demasiadas posibilidades.
empecé a faltar, porque si. la maestría me aburre, me queda muy lejos, soy vaga, y casi no tengo tiempo libre. me olvidé, pronto, de ÉL.
no soy muy buena relacionándome con la gente. tengo problemas para iniciar el contacto social. si la gente no lo inicia conmigo, puedo morirme muerta de aburrición y soledad.
es una tara bastante grande, viste. no se comenzar conversaciones con desconocidos. las pienso, en mi cabeza, barajo excusas que no suenen tan idiotas, pero todo me parece impostado y estúpido, asique nada, no termino haciendo nada.
en la maestría, entre que no voy nunca y llego siempre tarde, no hice ningún compañero. hasta marcelo.
marcelo dijo en la primer clase, de presentación, que era militar. imaginate la reacción general, en una maestría de historia ante tamaña declaración.
un día salimos juntos y me preguntó que me tomaba.
le dije que el 42 y sonrió, me dijo que el también, que me acompañaba.
imagínate mi cara de horror. encima de provinciana, puanner, peronista y desconfiada. caminar con un militar a las diez de la noche sola por figueroa alcorta me parecía un horror. me despedí del mundo y me imaginé tirada en una zanja. los bigotes del señor me ponían nerviosa, y mis prejuicios mas.
sin embargo marcelo resultó ser un militar divino (de esos existen también, parece ser).
en medio de la conversación que fluía, naturalmente, no pude evitar preguntarle en un momento, de la nada:
belén.- disculpá... ¿vos sos facho?
marcelo.- yo soy peronista.
la salida elegante ganó mi corazón, y decidí que seríamos amigos para siempre. un para siempre bastante corto, como verán más adelante, pero bueno.
en eso estábamos, siendo amigos para siempre, cuando una noche ÉL me frena en la puerta mientras salíamos.
ÉL.- che... ¿vas para la zona de almagro? porque yo voy para allá. si querés te llevo... ehh, los llevo.
sobresaltada lo miré.
ÉL.- ...
belén.- ¿cómo sabés que voy para almagro?
ÉL.- te escuché que decías el otro día...
y es en estos momentos cuando confirmo lo pelotuda que puedo llegar a ser. me cerré la campera, le sonreí y dictaminé:
belén.- no gracias, me vuelvo con el señor.
la perplejidad de ÉL se sumó a la mía cuando llegué a casa y rememoré la situación. ¿¿¿me vuelvo con el señor????¿¿¿pero que carajo???
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarwelcome ale.
Eliminarperón era militar, ¿no sabias?
Puede ser un fachoperonista.
ResponderEliminarel peronismo puede ser muchas cosas.
Eliminaralgunas tan maravillosas.
EL inicia el contacto social para evitarte morir de aburricion y soledad ...y lo rechazas...sos goma.-
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