primera parte
segunda
tercera
cuarta
quinta
belén.- no me importa. quiero irme.
febo.- bueno, pero vas a esperar a que termine de decirte lo que quiero decirte.
belén.- dejame de joder.
efebo.- no.
y me volvió a agarrar la muñeca derecha con fuerza.
no había casi gente en la esquina y el viento helado me hizo estremecer. los letreros luminosos y los cartoneros de fondo, y él, mirándome serio, tan serio. no era una mirada normal, me dio miedo. no lo conocía, sabía que era un toque agresivo y de repente me ericé toda, como un gato, mis sentidos se agudizaron y empecé a sentirme acorralada. esa sensación de que te pusieron música de que va a pasar algo, viste, y de pronto un ahogo de miedo, así, que te invade de golpe. el aire me entró en los ojos y se me pusieron vidriosos. el efebo, erguido, me miraba en silencio, casi sin parpadear. me sentí tan chiquita al lado de el, que era tan grande, tan fuerte. moví despacio mi muñeca y su mano enorme se cerró con más fuerza, instintivamente, sobre mi brazo. respiré hondo y, en voz baja, ya sin mi acostumbrado tono de la tengo re clara, gil, medio supliqué.
belén.- quiero irme, en serio.
sus ojos imperturbables me miraban. no movió ni un músculo.
belén.- por favor. me estás dando miedo.
le solté, sin pensar lo que decía. miré a mi alrededor nerviosa y volví a tirar mi brazo casi sin proponermelo, sin esperanzas de soltarme, solo como un nuevo mohín de resistencia. sin embargo su mano se abrió y respondiendo a la fuerza de gravedad la mía se deslizó fuera, libre. lo miré sorprendida.
febo me miró, sus ojos también estaban vidriosos.
efebo.- quería decirte que tenía ganas de que charlemos.
belén.- estamos charlando.
febo.- lo hacés tan difícil, no se por qué.
belén.- no lo hago difícil. no me gusta que me agredas, ni que te te pienses que sos la gran cosa, ni que yo tengo que estar agradecida porque me des bola, ni que me agarres así como me agarrás. no se si en el planeta de los picapiedras las cosas se hacen así, pero a mi no me gusta.
efebo.- perdón.
belén.- la gente no se maneja así.
febo.- vos no te manejas como la gente tampoco.
belén.- bueno. pero no traigo un cuchillo para acuchillarte en pleno callao, enfermo.
efebo.- yo tampoco. ¿en serio te asusto?
belén.- un poco.
febo.- me gustás, belén. me gusta que me bardees porque si, y que te rías de que todas las chicas quieran salir conmigo. y tengo ganas de que charlemos un rato, ¿puede ser?
belén.- ...
efebo.- prometo no volver a asustarte en toda la noche.
y sonrió, tranquilizadoramente. sus ojos, por primera vez en la noche, se suavizaron. me extendió su mano. dudé unos segundos, pero finalmente se la estreché.
belén.- en realidad si traje un cuchillo. en el bolso. tenía planeado cortarte en pedacitos. leí que si encontras las uniones la carne es fácil de cortar.
febo.- me lo supuse.
belén.- planeaba venderte en partes por mercado libre.
efebo.- una idea asombrosa.
belén.- las chicas se van a volver locas, vas a ver.
febo.- te recuperás rápido, eh.
belén.- si. además corro rápido y muerdo fuerte. yo que vos tendría cuidado.
efebo.- todavía puedo asesinarte, querida belén. yo que vos, me comportaría.
segunda
tercera
cuarta
quinta
belén.- no me importa. quiero irme.
febo.- bueno, pero vas a esperar a que termine de decirte lo que quiero decirte.
belén.- dejame de joder.
efebo.- no.
y me volvió a agarrar la muñeca derecha con fuerza.
no había casi gente en la esquina y el viento helado me hizo estremecer. los letreros luminosos y los cartoneros de fondo, y él, mirándome serio, tan serio. no era una mirada normal, me dio miedo. no lo conocía, sabía que era un toque agresivo y de repente me ericé toda, como un gato, mis sentidos se agudizaron y empecé a sentirme acorralada. esa sensación de que te pusieron música de que va a pasar algo, viste, y de pronto un ahogo de miedo, así, que te invade de golpe. el aire me entró en los ojos y se me pusieron vidriosos. el efebo, erguido, me miraba en silencio, casi sin parpadear. me sentí tan chiquita al lado de el, que era tan grande, tan fuerte. moví despacio mi muñeca y su mano enorme se cerró con más fuerza, instintivamente, sobre mi brazo. respiré hondo y, en voz baja, ya sin mi acostumbrado tono de la tengo re clara, gil, medio supliqué.
belén.- quiero irme, en serio.
sus ojos imperturbables me miraban. no movió ni un músculo.
belén.- por favor. me estás dando miedo.
le solté, sin pensar lo que decía. miré a mi alrededor nerviosa y volví a tirar mi brazo casi sin proponermelo, sin esperanzas de soltarme, solo como un nuevo mohín de resistencia. sin embargo su mano se abrió y respondiendo a la fuerza de gravedad la mía se deslizó fuera, libre. lo miré sorprendida.
febo me miró, sus ojos también estaban vidriosos.
efebo.- quería decirte que tenía ganas de que charlemos.
belén.- estamos charlando.
febo.- lo hacés tan difícil, no se por qué.
belén.- no lo hago difícil. no me gusta que me agredas, ni que te te pienses que sos la gran cosa, ni que yo tengo que estar agradecida porque me des bola, ni que me agarres así como me agarrás. no se si en el planeta de los picapiedras las cosas se hacen así, pero a mi no me gusta.
efebo.- perdón.
belén.- la gente no se maneja así.
febo.- vos no te manejas como la gente tampoco.
belén.- bueno. pero no traigo un cuchillo para acuchillarte en pleno callao, enfermo.
efebo.- yo tampoco. ¿en serio te asusto?
belén.- un poco.
febo.- me gustás, belén. me gusta que me bardees porque si, y que te rías de que todas las chicas quieran salir conmigo. y tengo ganas de que charlemos un rato, ¿puede ser?
belén.- ...
efebo.- prometo no volver a asustarte en toda la noche.
y sonrió, tranquilizadoramente. sus ojos, por primera vez en la noche, se suavizaron. me extendió su mano. dudé unos segundos, pero finalmente se la estreché.
belén.- en realidad si traje un cuchillo. en el bolso. tenía planeado cortarte en pedacitos. leí que si encontras las uniones la carne es fácil de cortar.
febo.- me lo supuse.
belén.- planeaba venderte en partes por mercado libre.
efebo.- una idea asombrosa.
belén.- las chicas se van a volver locas, vas a ver.
febo.- te recuperás rápido, eh.
belén.- si. además corro rápido y muerdo fuerte. yo que vos tendría cuidado.
efebo.- todavía puedo asesinarte, querida belén. yo que vos, me comportaría.
La salida del planeta de los picapiedras, si de verdad la sacaste de la galera en tiempo real, es muy meritoria. Mi idea era no comentar estas historietas hasta que no termines yasabéscuál, pero bueh, el comentame toda pudo más.
ResponderEliminaryo soy muy meritoria.
Eliminarme gusta que me comentes toda.
igual el italiano. pfff. muy colgado terminarla ahora. me la mandé-
Terminala, dale. Si hace lo que le pido le pagaré.
Eliminarahhh, eras vos el de recién. alto gato, como dicen mis alumnos.
Eliminardepende. ¿cómo vas a pagar?
¿Ya te olvidaste del marinero rudo?
ResponderEliminarme hiciste acordar. que lindo era.
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