la semana pasada fui a almorzar con mi tía, que había venido a bsas por unos días. festejabamos el cumpleaños de mi primo.
el día estaba pesado. me levanté tarde (muy) me peiné, me puse lo primero que encontré (uno de esos pantalones con bolsillos, alguien una vez me dijo que eran muy noventosos y que parecía un backstreet boy) una remera y salí corriendo a esperar el colectivo, que tardó, como todos los domingos. hacía un calor pegajoso, que nos anunciaba que se venía la temporada de sufrimiento en bsas.
llegué al lugar y ya estaban todos sentados. 8 personas giraron ante mi llegada. yo sonreí y dije lo que digo siempre:
- me gusta ser la última en llegar, asi no paso desapercibida.
me dijeron que ya habían pedido pizza y me señalaron cual era mi lugar. cuando me voy a sentar (abanicandome con un menú de comida porque me agarró un sofocón) miro hacia adelante y veo que hay un pibe sentado enfrente que me sonrie. yo le sonrío.
- ¿te acordás de él? me dijo mi prima, señalandolo. siempre jugábamos de chiquita, es el hijo de la amiga de mamá.
el hijo de la amiga de mamá había crecido bastante, por lo que veía. no era más el taponcito gordito que jugaba con nosotras al quemado.
el pibe me volvió a sonreir. yo hice lo propio, incomoda por el calor y porque estaba adelante de alguien que me había conocido en el peor momento de mi vida (mi adolescencia, claro). debía hacer... no se, ¿diez años? que no nos veiamos.
me miró todo el almuerzo y yo, como siempre que me ponen nerviosa, empecé a hablar de cualquier cosa haciendome la graciosa. terminé contándole a mi tía de la vez que fui al golden (mi tía, una católica muy creyente que va a misa religiosamente). el pibe se reía, mi tía me miraba con los ojos espantados y yo no paraba de hablar.
intentó sacarme conversación un par de veces. que qué estudiaba, que donde vivía. yo le contestaba en tres palabras y miraba para otro lado. y pensaba que había hecho un retroceso de una década en mis técnicas de seducción (que ya de por si son pocas). nerviosa pensaba que me tendría que haber vestido mejor. y que no me había bañado hoy, ¿se notaría?. y que que calor la puta madre.
la boludez de las sonrisitas duró hasta el final del almuerzo.
ya nos tenemos en el face.
creo que lo único bueno de crecer son estás cosas.
darnos cuenta de que buenos que nos ponemos y de que ganas tenemos de darnos, ponele.
el día estaba pesado. me levanté tarde (muy) me peiné, me puse lo primero que encontré (uno de esos pantalones con bolsillos, alguien una vez me dijo que eran muy noventosos y que parecía un backstreet boy) una remera y salí corriendo a esperar el colectivo, que tardó, como todos los domingos. hacía un calor pegajoso, que nos anunciaba que se venía la temporada de sufrimiento en bsas.
llegué al lugar y ya estaban todos sentados. 8 personas giraron ante mi llegada. yo sonreí y dije lo que digo siempre:
- me gusta ser la última en llegar, asi no paso desapercibida.
me dijeron que ya habían pedido pizza y me señalaron cual era mi lugar. cuando me voy a sentar (abanicandome con un menú de comida porque me agarró un sofocón) miro hacia adelante y veo que hay un pibe sentado enfrente que me sonrie. yo le sonrío.
- ¿te acordás de él? me dijo mi prima, señalandolo. siempre jugábamos de chiquita, es el hijo de la amiga de mamá.
el hijo de la amiga de mamá había crecido bastante, por lo que veía. no era más el taponcito gordito que jugaba con nosotras al quemado.
el pibe me volvió a sonreir. yo hice lo propio, incomoda por el calor y porque estaba adelante de alguien que me había conocido en el peor momento de mi vida (mi adolescencia, claro). debía hacer... no se, ¿diez años? que no nos veiamos.
me miró todo el almuerzo y yo, como siempre que me ponen nerviosa, empecé a hablar de cualquier cosa haciendome la graciosa. terminé contándole a mi tía de la vez que fui al golden (mi tía, una católica muy creyente que va a misa religiosamente). el pibe se reía, mi tía me miraba con los ojos espantados y yo no paraba de hablar.
intentó sacarme conversación un par de veces. que qué estudiaba, que donde vivía. yo le contestaba en tres palabras y miraba para otro lado. y pensaba que había hecho un retroceso de una década en mis técnicas de seducción (que ya de por si son pocas). nerviosa pensaba que me tendría que haber vestido mejor. y que no me había bañado hoy, ¿se notaría?. y que que calor la puta madre.
la boludez de las sonrisitas duró hasta el final del almuerzo.
ya nos tenemos en el face.
creo que lo único bueno de crecer son estás cosas.
darnos cuenta de que buenos que nos ponemos y de que ganas tenemos de darnos, ponele.
Mañana te llama en el Da para darse
ResponderEliminarjajajajaa.
EliminarLa ventaja de crecer. A mi lo que me encanta es que las minas que estaba buenas en la adolescencia ahora son un culo. Y visceversa.
ResponderEliminaresto es re posta. es rarisimo.
Eliminarawwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo: de adolescentes siempre somos horribles (por desproporcionados, por tontos y por inseguros)... Estoy casi seguro de que nos ponemos más interesantes, buenos y dables después de los dieciocho, diecinueve... Al menos tenemos un par de libritos más con los que mentir
ResponderEliminarEl final es genial...
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