¿te conté la del avión?. ¿no?. la del avión, ¿en serio no te la conté?. rarisimo, porque desde que me pasó a hoy me la pasé contándosela a todo el mundo, ¿eh?. además la gente me la pedía, encima, me la pedía, entendés. belén, contale a mi vieja la del avión, contale. era LA anécdota del momento. y entonces empecé a acomodarla viste... porque yo cuando cuento muchas veces una historia es como que después me queda armada en la cabeza viste. la repito, la repito, y queda como un cuentito. entonces ahí le meto los silencios... porque ya se cuales son los momentos que más impacto tienen en mi público, viste. entonces en ese momento pam, el desenlace, viste. y las risas. me gusta que la gente se ria de lo que cuento, me pone contenta. soy como los nenes, siento que a más risa más me quieren. porque bueno, es lo que me gustaría hacer en esta vida viste. hacer que la gente se ría. de mi. y conmigo.
pero esta del avión que te digo es buena. buenísima. cinematográfica te diría decí que la gente me conoce y sabe, sabe que soy capaz. pero vos viste como es esto, capaz que alguien que no me conoce piensa que la estoy chamuyando viste y nada que ver. o sea, yo no chamuyo. no miento nunca. no me sale. lo que si exagero un toque. un poquito viste, no le hace mal a nadie. además vos viste que la vida es percepción, onda... la vida es como uno la vive. y como uno la cuenta. y ahi me pongo toda... ¿posmo, puede ser?, y te justifico cualquiera eh. con la posmodernidad y la subjetividad y la discursividad y el tema del punto de vista del narrador y listo, porque resulta que nada es en realidad como lo contamos y en la práctica todos inventamos, mentimos, exageramos.
pero como siempre me voy de tema, viste. porque la que yo quería contarte, pibe/a, era la del avión. me pasó ahora nomá eh, este 24 de diciembre pasado. yo me venia para acá, para el sur, en avión viste, que te sale casi lo mismo que en micro. el avión salia a las 12 hs, ponele. y lo que nunca, yo estaba en el aeroparque a las 10. dos horas antes. la que nunca, te digo, porque lo mio nunca fue la puntualidad, jamás. siempre llego corriendo, con la lengua afuera, implorando que me despachen las valijas. iba yo, re tranqui viste, por el aeroparque. poca gente, te digo, se ve que todos habían viajado antes. yo había tenido una noche de sexo, alcohol, drogas y rockanroll la noche anterior (bueno, tanto no, pero ponele. viste que viene bien ponerle algo de picante a las anécdotas). bueno, te decía, re tranqui pero no habia dormido un carajo. nada de ná. encima un calor ese 24 de diciembre en bsas... un calor. país tropical el nuestro, un asco. yo siempre fui partidaria del frío. odio el verano, como el viejo ese de la propaganda de aire acondicionado, viste. lo odio con todo mi ser. primero al verano, después a la gente que se cola en las filas, con eso te digo todo. cuestión que ahí estaba yo, en el aeroparque viste. despaché las valijas lo más bien, hasta le hice ojitos al azafato y todo y subí al primer piso. puerta 9 me habían dicho. gate 9, perdón. asique busque la gate 9 esta, viste, y me senté en las sillas incomodísimas esas que hay a los costados. incomodísima estaba porque encima son medio altas, y yo que soy enana viste, no me llegaban los pies al piso. me calcé los auriculares y me puse a escuchar música ante la mirada desaprobatoria de una señora mayor a la que justamente le molestaba que suba los pies al asiento. me apoltroné como pude en la silla tratando de acomodarme mejor. escuché un toque de cacho castaña, otro toque de queen y después no me acuerdo más nada. nada de nada. es como si me hubiese muerto. pero bien morida ¿eh?.
no se por qué, me desperté con un tema de madonna de fondo. medio pelotuda, viste, como cuando recién te levantás de dormir 12 hs, miré a mi alrededor mientras me acomodaba el pelo y me pasaba la mano por la boca secandome no sea cosa de que haya babeado o algo así. no había nadie. pero nadie, ¿eh?. yo solita estaba en ese sector del aeroparque. me costó entender que estaba haciendo ahí. era 24 de diciembre y estaba por volar a madryn. bien, pensé, estoy esperando para abordar el avión. un poco más enfocada, estiré las piernas y me desperecé. cuando se me dio por mirar el celular, me sobresalté, 12:10, marcaba el reloj digital con intermitencia.
me paré de un salto. salí corriendo disparada por el pasillo, y me choqué con un tipo de esos, los que usan las cintas atravesadas en cruz color amarillo fluo. el pibe se me quedó mirando.
el avión, el avión, alcancé a balbucear.
- ¿que avión?
el avión en que me iba, contesté desesperada.
- no te entiendo, me dijo, mirandome con lástima.
mi avión, el avión en el que viajaba, se fue. a las 12 se iba y son 12.10 se fue y me dejó. cuando lo puse en palabras comprendí la trascendencia de lo acontecido. acto seguido empecé a llorar.
ustedes saben, belén en situaciones limites... llora. es como un acto reflejo, es lo primero que hago, lo primero que me sale. llorar. llorar desesperada. el llanto dura entre 15 y 20 minutos y luego me relajo y puedo tratar de solucionar el problema, pero indefectiblemente necesito de esos 15 minutos para desalojar mi bronca y mi angustia por los lagrimales, viste. no se si es cosa de genes o cosa de edad o de pelotudez o de género, pero es asi. pasa algo, belén llora.
- perá, quedate tranqui. dejame que te ayude, no llores..
es que no entendés. es 24 de diciembre, yo no conozco a nadie acá, yo no soy de aca, ¿qué hago ahora? voy a pasar las fiestas sola, sola... ¿entendés?, vos me decís que me quede tranqui porque no te pasa, pero pensá, ya de por si la navidad es una mierda, mirá si me quedo sola, o sea, sola solisima, yo y mi gata isidora, es terrible, terrible. a medida que iba relatando la situación me compenetraba y me imaginaba comiendo garrapiñadas, sola, con isidora en un rincón, me imaginaba todo. a tono, crecía mi auto compasión. pobre belén, pobre. sola, solísima en navidad, en capital, cagada de calor, con isidora. terrible. terrible todo, terrible. pobre de mi.
- por favor, no llores. lo vamos a solucionar, esperá. ¿qué linea es, a dónde viajabas?
yo no puedo creer que me pasen estas cosas. entendés que estaba acá desde re temprano, por qué a mi... andes, andes, a madryn.
- dejame que te averigue. esperá. por favor, no llores.
acto seguido habló por el intercomunicador. no se ni que dijo, ni que le contestaron. yo estaba muy ocupada en sentirme desgraciada.
- escuchame, todavía no se fue el avión. te estaban esperando, sabian que estabas por acá porque despachaste las valijas, pasa que ya levantaron la escalera. andate corriendo hasta la puerta 11 que te esperan ahí... noooo, no llores, ya lo solucionamos, no pasa nada bonita, quedate tranquila.
sonreí como pude entre la imagen borrosa del tipo con su atuendo fosforecente. no estaba tan mal el pibe, te digo, ¿eh?. nada mal.
corriendo, llegué a la puerta 11 donde una azafata con cara de orto me miraba.
- te llamamos 5 veces por los alta voces.
es que tenía puesto los auriculares, me quede...
- no me importa. andá, dale, que se están por ir. te están bajando la escalera porque recién avisamos. cruzá la pista, es el segundo avión.
bueno, gracias.
- corré, te digo. andá corriendo, hace 15 minutos que tendrían que haber despegado. corré nena.
y yo se que vos no me lo vas a creer, pero te juro por mi vieja que fue así, eh. atravesé la pista de aterrizaje corriendo, con la mochila a cuestas, y las lágrimas. porque seguia llorando, viste. porque te dije, son veinte, veinticinco minutos a lo sumo, pero necesito llorar para sacarme la angustia, entendés. corrí, entonces, a todo lo que me daban las patas. corrí y pasé el primer avión y llegué al segundo y ya estaba la escalera y tres azafatas me miraban desde arriba y subí, corriendo y transpirada, porque hacía un calor ese 24 de diciembre que ni te cuento, no sabés lo que era. pero lo que te mata en serio es la humedad... una humedad boludo/a, 360% de humedad debía de haber, asique la transpiración de la jeta (tu problema, belén, me dice siempre p.- es que te traspira la cara viste) y, te decía, con la humedad, la traspiración, las lágrimas, las dos trencitas, todo mezclado viste, todo amargo, salado, como yo, me subí al avión. todos los pasajeros me miraban y yo ahí seguí llorando, porque una vez que empiezo, viste, no puedo parar, ¿entendés? hasta que hayan pasado veinticinco minutos, media hora, cuarenta minutos máximo si la angustia es mucha, ¿entendés? porque a mi de chiquita me dijeron que no hay que reprimise nada.
no se cuál es mi asiento, le dije, moqueando, a la azafata parada al lado mio.
- sentate en cualquiera, apurate, me contestó con cara de pocos amigos.
asique agarré y me senté en el primero libre que encontré, viste. ni atiné a buscar uno donde hubiese un chico lindo, no, nada. al lado de una gorda que ocupaba su asiento y la mitad del mio fui a parar. me senté y automáticamente el avión despegó.
mientras acomodaba mi cartera y mi humanidad en la mitad de un asiento ya de por si pequeño me tragaba las últimas lágrimas, viste. porque la angustia es asi, ¿entendés? hay que sacarla, toda, hacia afuera.
porque no, guardarte la angustia no da, mi vieja siempre decía que no, porque hace mal. la angustia afuera, entendés, siempre afuera.
continuará...