los hospitales siempre fueron parte tuya.
la vida, la enfermedad y la muerte eran para vos naturales. con paciencia y serenidad viviste esos tres estados.
sin embargo, y aunque gran parte de tu vida la transcurriste entre delantales blancos, siempre me preservaste de enfermeras y silencios. te irritaba verme dentro de un hospital, parecía ser que para vos la muerte y la enfermedad nada tenía que ver conmigo, solo podías asociarme con la vida.
así, me crié, lejana a aquello que para vos era lo cotidiano.
te resististe a que te acompañe hasta el último momento. me querías fuera de ese espacio que considerabas tuyo.
y un día te moriste. y yo, que nada tenía que ver con todo eso, porque siempre fui muy obediente, no podía entender que había pasado. siempre pensé que estabas bien. te creí, se que eso era lo que querías que pensara. la muerte no era una opción para mi, vos ya lo habías decidido.
cada vez que entro a un hospital estás vos. estás vos no muriéndote, porque la muerte no era una chance que me permitiste siquiera considerar.
y ahora, que la muerte se interpuso entre las dos, me doy cuenta de que aceptarla es necesario para la vida. para mi vida. aceptar tu muerte, esa de la que me preservaste, es parte de aprender a vivir. porque nunca pensaste que iba a pasar cuando te pasara. que iba a pasar conmigo. me querías tanto que me aislaste de forma brillante de ese dolor. pero no pensaste que iba a pasar después, cuando ya no estuvieses.
vivir aislada de la muerte tanto tiempo me impidió vivir como si me fuese a morir. en mi inconsciente la eternidad es nuestra, y la muerte no es una opción real.
y así, como si tuviese todo el tiempo del mundo, hace cuatro años que estoy sentada acá, esperando a que vengas a rescatarme de tu muerte,
y que, por fin,
vayamos juntas a casa.
la vida, la enfermedad y la muerte eran para vos naturales. con paciencia y serenidad viviste esos tres estados.
sin embargo, y aunque gran parte de tu vida la transcurriste entre delantales blancos, siempre me preservaste de enfermeras y silencios. te irritaba verme dentro de un hospital, parecía ser que para vos la muerte y la enfermedad nada tenía que ver conmigo, solo podías asociarme con la vida.
así, me crié, lejana a aquello que para vos era lo cotidiano.
te resististe a que te acompañe hasta el último momento. me querías fuera de ese espacio que considerabas tuyo.
y un día te moriste. y yo, que nada tenía que ver con todo eso, porque siempre fui muy obediente, no podía entender que había pasado. siempre pensé que estabas bien. te creí, se que eso era lo que querías que pensara. la muerte no era una opción para mi, vos ya lo habías decidido.
cada vez que entro a un hospital estás vos. estás vos no muriéndote, porque la muerte no era una chance que me permitiste siquiera considerar.
y ahora, que la muerte se interpuso entre las dos, me doy cuenta de que aceptarla es necesario para la vida. para mi vida. aceptar tu muerte, esa de la que me preservaste, es parte de aprender a vivir. porque nunca pensaste que iba a pasar cuando te pasara. que iba a pasar conmigo. me querías tanto que me aislaste de forma brillante de ese dolor. pero no pensaste que iba a pasar después, cuando ya no estuvieses.
vivir aislada de la muerte tanto tiempo me impidió vivir como si me fuese a morir. en mi inconsciente la eternidad es nuestra, y la muerte no es una opción real.
y así, como si tuviese todo el tiempo del mundo, hace cuatro años que estoy sentada acá, esperando a que vengas a rescatarme de tu muerte,
y que, por fin,
vayamos juntas a casa.
:(
ResponderEliminarEsto es muy lindo y muy auténtico.
ResponderEliminarMe cae muy bien esta Ailén.