primera parte
segunda
tercera
cuarta
quinta
sexta
séptima
octava
novena
décima
onceava
antes del 20 de julio, vi a pedrito dos veces.
estaba mas raro que de costumbre, se emperraba en verme como si quisiese decirme algo, pero luego cuando me tenía enfrente nada. yo lo dejaba hacer, como siempre. porque una nunca aprende, hasta que aprende. y que gran día ese.
una vez me mandó un mensaje diciendo que estaba cerca, si podía pasar. le dije que si. vino, estuvo media hora. se lo veía molesto. yo, como de mi lado había hecho el cierre mas digno que podía hacer después de todo el papelón ridículo al que me había sumado durante meses, solo lo miraba ser. en general, siempre, yo, miro ser. jamás tomo iniciativas, siempre espero sentada. los silencios eran mortales, la incomodidad era mutua. se fue rápido, no sin antes darse cuenta de que mi computadora andaba para el culo. prometió pasar a arreglarla, pronto.
y cumplió.
vino otro día, taciturno también. la conversación se estancaba, el estaba molesto, nervioso. reinstaló el sistema operativo de la maquina en silencio. cada tanto me tiraba alguna mirada victimaria, a la que yo solo sonreía, distante.
el 19 de julio del 2012 me mandó un mensaje. "pichona, mañana es el día del amigo. nos vemos, no te estoy preguntando".
dudé un poco, pero terminé aceptando. no tenía planes y pasar el día del amigo all by myself me parecía una depre innecesaria. "oka. le digo a matías y emilio".
su respuesta tardó en llegar: "entiendo".
pensé en responderle que si había algo que el no hacía, era entender, pero decidí no pelear. eramos amigos, salíamos como amigos. nada quedaba ya del histeriqueo, por fin.
pedro quedó en que pasaba por casa e íbamos juntos, los chicos iban directamente. tenía cero expectativas. jean, zapatillas y una remera azul que me dejaba un hombro al descubierto. ni a cambiarme le había puesto onda. lo esperé abajo, no quería que suba a casa y que se genere otra vez una situación incómoda.
me sonrió, tímidamente, y me miró con esos ojitos de niño que tenía, siempre sorprendidos de todo. le sonreí, ampliamente.
sabés que cuando no te veo, me olvido. y de pronto te vuelvo a ver y me acuerdo. cuan linda sos, y porque si.
la declaración me tomó desprevenida. le dije que ni siquiera me había vestido posta.
así me gustás. siempre.
me sonrojé y cagué.
pedro me tenía en sus manos, otra vez.
segunda
tercera
cuarta
quinta
sexta
séptima
octava
novena
décima
onceava
antes del 20 de julio, vi a pedrito dos veces.
estaba mas raro que de costumbre, se emperraba en verme como si quisiese decirme algo, pero luego cuando me tenía enfrente nada. yo lo dejaba hacer, como siempre. porque una nunca aprende, hasta que aprende. y que gran día ese.
una vez me mandó un mensaje diciendo que estaba cerca, si podía pasar. le dije que si. vino, estuvo media hora. se lo veía molesto. yo, como de mi lado había hecho el cierre mas digno que podía hacer después de todo el papelón ridículo al que me había sumado durante meses, solo lo miraba ser. en general, siempre, yo, miro ser. jamás tomo iniciativas, siempre espero sentada. los silencios eran mortales, la incomodidad era mutua. se fue rápido, no sin antes darse cuenta de que mi computadora andaba para el culo. prometió pasar a arreglarla, pronto.
y cumplió.
vino otro día, taciturno también. la conversación se estancaba, el estaba molesto, nervioso. reinstaló el sistema operativo de la maquina en silencio. cada tanto me tiraba alguna mirada victimaria, a la que yo solo sonreía, distante.
el 19 de julio del 2012 me mandó un mensaje. "pichona, mañana es el día del amigo. nos vemos, no te estoy preguntando".
dudé un poco, pero terminé aceptando. no tenía planes y pasar el día del amigo all by myself me parecía una depre innecesaria. "oka. le digo a matías y emilio".
su respuesta tardó en llegar: "entiendo".
pensé en responderle que si había algo que el no hacía, era entender, pero decidí no pelear. eramos amigos, salíamos como amigos. nada quedaba ya del histeriqueo, por fin.
pedro quedó en que pasaba por casa e íbamos juntos, los chicos iban directamente. tenía cero expectativas. jean, zapatillas y una remera azul que me dejaba un hombro al descubierto. ni a cambiarme le había puesto onda. lo esperé abajo, no quería que suba a casa y que se genere otra vez una situación incómoda.
me sonrió, tímidamente, y me miró con esos ojitos de niño que tenía, siempre sorprendidos de todo. le sonreí, ampliamente.
sabés que cuando no te veo, me olvido. y de pronto te vuelvo a ver y me acuerdo. cuan linda sos, y porque si.
la declaración me tomó desprevenida. le dije que ni siquiera me había vestido posta.
así me gustás. siempre.
me sonrojé y cagué.
pedro me tenía en sus manos, otra vez.
Que alguien por favor le avise a Pedro que la corte.
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