en el 2009 me enteré, de casualidad, de la existencia de salvador.
no se como, llegué a una nota de clarín escrita en el 2002. salvador había muerto en 1996 y una tal raquel lo recordaba en una nota preciosa.
allí, raquel retataba con increible seducción, la personalidad de salvador. salvador estaba, claramente, loco. era depresivo, obsesivo y psicótico, y, sin embargo, me resultó increiblemente fascinante. a mi, nacida bajo el signo de virgo, con ascendente en tauro (la tierra, ante todo, señala inflaqueable mi vida, cerciorándose de que mi único destino es tener mis pies anclados en suelos seguros, ya que volar me aterra) e hija de racionales padres progres profesionales derivados de las ciencias biológicas y ateos y defensores de la moral, la república y las buenas costumbres, nunca me gustaron los locos. la locura me da, quizá, miedo. escapo de personalidades borders, me pone la piel de gallina estar cercana a personajes de mentalidad dispersa, de distintos sentires que luchan inconcientemente con la estupidez ilustrada de una razón predeterminada por una normalidad ridicula. de chica, cuando yo gritaba de más o me salía de la vaina, mi mamá me agarraba fuerte el brazo, casi pellizcandome, y me retaba mirandome con esa mirada tan fría, tan dura, que tenia, y, despacio, como escupiendome las palabras, me decía con desprecio: qué te pasa, belén, ¿estás loquita?, tené cuidado, que antecedentes familiares tenés, ¿eh?, calmate.
cuando se lo conté al pasar a una asombrada inés (que jodida tu vieja, recuerdo que acotó, en una de las pocas declaraciones calificativas que le escuché), intenté defender a mi madre narrandole acerca de mi tía esquizofrénica y primos y tíos abuelos descarriados, además de dos abuelas no demasiado normales que parecian confirmar mis genes defectuosos; el toque depresivo tampoco faltaba en padre y tíos. la locura estaba cercana, la llevaba en la sangre, si no tenía suficiente cuidado y auto control podía asaltarme, me recordaba continua y repetitivamente mi madre. para ella la sanidad mental era, ante todo, lo primordial. así, presa de sus miedos y fantasmas internos, su cuerpo se enfermó, irremediablemente, pero su mente, hasta el final, batallo y se mantuvo incólumne en una racionalidad incorruptible. nada la desequilibró, todo lo controló, hasta el final. las emociones nunca se adueñaron de su mente.
será por eso que siempre escuché y me relacioné con los desequilibrados desconfiadamente. siempre le tuve temor a la gente poco predecible, los desestabilizados emocionales me asustan, herencia materna de temor ante la locura inminente en la cual cualquiera de nosotros puede desembocar ante la inevitabilidad de no saber, una sociedad enferma que nos moldea y el afán de control y delimitación de las emociones tan burgues en el cual nos criaron.
pero con salvador fue diferente. tal vez fue que en el momento en que me enteré de su existencia yo vivía presa de una enorme angustia tapada por la cotidianidad racional de las cosas que debía hacer, a pocos meses de la muerte de mi vieja y en plena crisis existencial del paradigma racional ascético, salvador, su personalidad, me atrapó. era judío seferadí y psicólogo: había aprobado la carrera en dos años aunque nunca la ejerció y había aprendido a manejar recién a los 40, a partir de lo cual protagonizó los mas ridiculos choques por su aficcion a la velocidad. a los 12 años había leido las obras completas de lenin y tras uno de sus primeros brotes psicóticos (que lo llevó a estar internado en un neuro psiquiátrico en europa tras exiliarse de argentina por la última dictadura) organizó una huelga convenciendo a sus colegas de internación que ellos eran la verdad neuróticamente reprimida por el capitalismo. hablaba seis o siete idiomas, y se había iniciado en la política militando en el partido obrero, dato simpático cuando se constata que una de sus mayores obsesiones era hacer plata, ya que la asociaba con la libertad infinita. bailaba samba como los dioses y hacía coincidir sus vacaciones con los carnavales barsileros donde se perdía entre las multitudes y la festividad ajena. estuvo incluso internado en el borda un tiempo, tras lo cual solía decir, risueño: y si, me broté...como los arboles. una vez creyó que los ovnis habian robado el obelisco y solo aceptó volver a internarse, escoltado por dos amigos, tras verificar que el monumento seguia en su sitio. uno de los protagonistas le contaba a raquel: imaginate la escena, dos borrachos y un loco subidos a un taxi a las 4.30 am chequeando que el obelisco estuviese de pie. sin embargo, mi parte preferida de la nota es cuando raquel cuenta que, en 1992, salvador se filmó a si mismo en un video casero, componiendo su recuerdo fisico. sentado sobre un sillon blanco se lo puede ver recreando un simulacro de asamblea sindical, cantando en frances y aleman, y riéndose a carcajadas (e inmediatamente, serio, preguntando: ¿llegaste risa, llegaste al celuloide?). en esa misma filmación salvador contaba que había terminado el primer capitulo de su primer libro, y que estaba feliz, ya que lograrlo era indicio de salud.
estuve días buscando información sobre él. me obsesioné con conseguir su primer novela, "el traductor". su única novela.
la conseguí por mercado libre, de casualidad, y solo por veinte pesos, la primer edición de autor pagada por sus íntimos en ediciones de la flor, de 1998, solo contaba de 4500 ejemplares. retiré el libro ese mismo día y empecé a leer esa novela de 637 hojas despareja, neurótica, obsesiva, incisiva, con frases asombrosamente lúcidas en medio del espiral de locura fuertemente racional del protagonista.
poco recuerdo ya de la novela. su personaje principal, ricardo zevi, un alter ego de salvador, laburaba en una editorial progresista (muchos vieron un retrato cuasi caricaturesco de pagina 12) que explotaba a sus empleados. la historia transcurre a medida que ricardo traduce a un alemán derechoso por orden del editor, pero también narra el amor de dos seres totalmente dísimiles: ricardo conoce a una evangelista y, casi sin darse cuenta, se enamora y la arrastra en su locura, haciéndola prostituirse, obsesionado por la incapacidad de la chica de no tener orgasmos; todo con la caída de la URSS de fondo: el maltrecho sueño de la izquierda se quebraba al compás de ricardo y sus convicciones.
leí la novela durante dos noches y tres días. me la comí, literalmente. y de pronto, no recuerdo exactamente por qué, no pude seguir. me quedé clavada en la página 619. ahora, con el libro en mis manos, después de 4 años, encuentro el señalador en el mismo lugar. la tuve durante meses, en mi mesa de luz, esperando terminarla, pero nunca pasó. luego de 7 meses la trasladé hacia la biblioteca y ahí quedó, hasta hoy, que fui a buscarla para ver si seguía allí o había desaparecido, como salvador.
durante estos 4 años no volví a pensar nunca en salvador, hasta que mi amigo tomás comentó en su blog que estaba leyendo un libro de auto ayuda escrito por un suicida. le comenté, divertida, que un libro de auto ayuda escrito por un suicida era lo mejor que me había pasado en la semana. solícito, me paso el link de una crítica sobre el libro, y descubrí, asombrada, que su autor era salvador. mi salvador.
inmediatamente volví a buscar entre mis mails la nota de raquel. al releerla, me di cuenta que mis sensaciones, hoy, tanto tiempo después, son similares a las que tenía en el momento en que la leí por primera vez. oscura, angustiada, depresiva, cruzada en contradicciones del deber ser y el deseo, encontré las mismas sensaciones, era el 2009, era el 2013, era 1996. la personalidad, la locura de salvador me atraía, se me hacía familiar de nuevo, se me hacía carne, se me hacía mia.
abrí el libro en la página abandonada y leí el primer párrafo desde mi interior yo vivía el acontecimiento con un temblor respetuoso en el alma y el corazón, pero sabía perfectamente que nada de eso trascendía hasta mi piel.
tal vez tenía miedo de leer el fin de ricardo. ya había desaparecido salvador, no podría soportar el fin de su ficción, pensé. o tal vez, simplemente, no pudiese soportar el fin del libro. el fin del vinculo fantasioso que había establecido con ese psicótico brillante.
tal vez salvador no fuese tan distinto a mi. tal vez mamá no tenía razón y la razón no fuese tan estimable. tal vez estos dolores sean causa de buscar razones donde no las hay, tal vez la locura este subestimada. tal vez dejarse ganar por las emociones, por el deseo, sea la unica forma en la que vale la pena salvarse.
raquel cita para concluir su nota a un salvador sonriente, en ese video del `92, donde aseguraba que para ser escritor era necesario desviarse.
como salvador, que escribió un libro de auto ayuda con técnicas no ingenuas para gente en crisis en tiempos de cambios y que saltó por la ventana de un décimo piso porque le dolió todo tanto que decidió morirse de tanto vivir.
hoy me entero de que salvador benesdra fue reeditado, recientemente. me alegra, un poco, confirmar que ricardo sigue viviendo todavía.
vive ricardo.
vive salvador en esa cinta de celuloide.
vivo, entonces, yo también.
no se como, llegué a una nota de clarín escrita en el 2002. salvador había muerto en 1996 y una tal raquel lo recordaba en una nota preciosa.
allí, raquel retataba con increible seducción, la personalidad de salvador. salvador estaba, claramente, loco. era depresivo, obsesivo y psicótico, y, sin embargo, me resultó increiblemente fascinante. a mi, nacida bajo el signo de virgo, con ascendente en tauro (la tierra, ante todo, señala inflaqueable mi vida, cerciorándose de que mi único destino es tener mis pies anclados en suelos seguros, ya que volar me aterra) e hija de racionales padres progres profesionales derivados de las ciencias biológicas y ateos y defensores de la moral, la república y las buenas costumbres, nunca me gustaron los locos. la locura me da, quizá, miedo. escapo de personalidades borders, me pone la piel de gallina estar cercana a personajes de mentalidad dispersa, de distintos sentires que luchan inconcientemente con la estupidez ilustrada de una razón predeterminada por una normalidad ridicula. de chica, cuando yo gritaba de más o me salía de la vaina, mi mamá me agarraba fuerte el brazo, casi pellizcandome, y me retaba mirandome con esa mirada tan fría, tan dura, que tenia, y, despacio, como escupiendome las palabras, me decía con desprecio: qué te pasa, belén, ¿estás loquita?, tené cuidado, que antecedentes familiares tenés, ¿eh?, calmate.
cuando se lo conté al pasar a una asombrada inés (que jodida tu vieja, recuerdo que acotó, en una de las pocas declaraciones calificativas que le escuché), intenté defender a mi madre narrandole acerca de mi tía esquizofrénica y primos y tíos abuelos descarriados, además de dos abuelas no demasiado normales que parecian confirmar mis genes defectuosos; el toque depresivo tampoco faltaba en padre y tíos. la locura estaba cercana, la llevaba en la sangre, si no tenía suficiente cuidado y auto control podía asaltarme, me recordaba continua y repetitivamente mi madre. para ella la sanidad mental era, ante todo, lo primordial. así, presa de sus miedos y fantasmas internos, su cuerpo se enfermó, irremediablemente, pero su mente, hasta el final, batallo y se mantuvo incólumne en una racionalidad incorruptible. nada la desequilibró, todo lo controló, hasta el final. las emociones nunca se adueñaron de su mente.
será por eso que siempre escuché y me relacioné con los desequilibrados desconfiadamente. siempre le tuve temor a la gente poco predecible, los desestabilizados emocionales me asustan, herencia materna de temor ante la locura inminente en la cual cualquiera de nosotros puede desembocar ante la inevitabilidad de no saber, una sociedad enferma que nos moldea y el afán de control y delimitación de las emociones tan burgues en el cual nos criaron.
pero con salvador fue diferente. tal vez fue que en el momento en que me enteré de su existencia yo vivía presa de una enorme angustia tapada por la cotidianidad racional de las cosas que debía hacer, a pocos meses de la muerte de mi vieja y en plena crisis existencial del paradigma racional ascético, salvador, su personalidad, me atrapó. era judío seferadí y psicólogo: había aprobado la carrera en dos años aunque nunca la ejerció y había aprendido a manejar recién a los 40, a partir de lo cual protagonizó los mas ridiculos choques por su aficcion a la velocidad. a los 12 años había leido las obras completas de lenin y tras uno de sus primeros brotes psicóticos (que lo llevó a estar internado en un neuro psiquiátrico en europa tras exiliarse de argentina por la última dictadura) organizó una huelga convenciendo a sus colegas de internación que ellos eran la verdad neuróticamente reprimida por el capitalismo. hablaba seis o siete idiomas, y se había iniciado en la política militando en el partido obrero, dato simpático cuando se constata que una de sus mayores obsesiones era hacer plata, ya que la asociaba con la libertad infinita. bailaba samba como los dioses y hacía coincidir sus vacaciones con los carnavales barsileros donde se perdía entre las multitudes y la festividad ajena. estuvo incluso internado en el borda un tiempo, tras lo cual solía decir, risueño: y si, me broté...como los arboles. una vez creyó que los ovnis habian robado el obelisco y solo aceptó volver a internarse, escoltado por dos amigos, tras verificar que el monumento seguia en su sitio. uno de los protagonistas le contaba a raquel: imaginate la escena, dos borrachos y un loco subidos a un taxi a las 4.30 am chequeando que el obelisco estuviese de pie. sin embargo, mi parte preferida de la nota es cuando raquel cuenta que, en 1992, salvador se filmó a si mismo en un video casero, componiendo su recuerdo fisico. sentado sobre un sillon blanco se lo puede ver recreando un simulacro de asamblea sindical, cantando en frances y aleman, y riéndose a carcajadas (e inmediatamente, serio, preguntando: ¿llegaste risa, llegaste al celuloide?). en esa misma filmación salvador contaba que había terminado el primer capitulo de su primer libro, y que estaba feliz, ya que lograrlo era indicio de salud.
estuve días buscando información sobre él. me obsesioné con conseguir su primer novela, "el traductor". su única novela.
la conseguí por mercado libre, de casualidad, y solo por veinte pesos, la primer edición de autor pagada por sus íntimos en ediciones de la flor, de 1998, solo contaba de 4500 ejemplares. retiré el libro ese mismo día y empecé a leer esa novela de 637 hojas despareja, neurótica, obsesiva, incisiva, con frases asombrosamente lúcidas en medio del espiral de locura fuertemente racional del protagonista.
poco recuerdo ya de la novela. su personaje principal, ricardo zevi, un alter ego de salvador, laburaba en una editorial progresista (muchos vieron un retrato cuasi caricaturesco de pagina 12) que explotaba a sus empleados. la historia transcurre a medida que ricardo traduce a un alemán derechoso por orden del editor, pero también narra el amor de dos seres totalmente dísimiles: ricardo conoce a una evangelista y, casi sin darse cuenta, se enamora y la arrastra en su locura, haciéndola prostituirse, obsesionado por la incapacidad de la chica de no tener orgasmos; todo con la caída de la URSS de fondo: el maltrecho sueño de la izquierda se quebraba al compás de ricardo y sus convicciones.
leí la novela durante dos noches y tres días. me la comí, literalmente. y de pronto, no recuerdo exactamente por qué, no pude seguir. me quedé clavada en la página 619. ahora, con el libro en mis manos, después de 4 años, encuentro el señalador en el mismo lugar. la tuve durante meses, en mi mesa de luz, esperando terminarla, pero nunca pasó. luego de 7 meses la trasladé hacia la biblioteca y ahí quedó, hasta hoy, que fui a buscarla para ver si seguía allí o había desaparecido, como salvador.
durante estos 4 años no volví a pensar nunca en salvador, hasta que mi amigo tomás comentó en su blog que estaba leyendo un libro de auto ayuda escrito por un suicida. le comenté, divertida, que un libro de auto ayuda escrito por un suicida era lo mejor que me había pasado en la semana. solícito, me paso el link de una crítica sobre el libro, y descubrí, asombrada, que su autor era salvador. mi salvador.
inmediatamente volví a buscar entre mis mails la nota de raquel. al releerla, me di cuenta que mis sensaciones, hoy, tanto tiempo después, son similares a las que tenía en el momento en que la leí por primera vez. oscura, angustiada, depresiva, cruzada en contradicciones del deber ser y el deseo, encontré las mismas sensaciones, era el 2009, era el 2013, era 1996. la personalidad, la locura de salvador me atraía, se me hacía familiar de nuevo, se me hacía carne, se me hacía mia.
abrí el libro en la página abandonada y leí el primer párrafo desde mi interior yo vivía el acontecimiento con un temblor respetuoso en el alma y el corazón, pero sabía perfectamente que nada de eso trascendía hasta mi piel.
tal vez tenía miedo de leer el fin de ricardo. ya había desaparecido salvador, no podría soportar el fin de su ficción, pensé. o tal vez, simplemente, no pudiese soportar el fin del libro. el fin del vinculo fantasioso que había establecido con ese psicótico brillante.
tal vez salvador no fuese tan distinto a mi. tal vez mamá no tenía razón y la razón no fuese tan estimable. tal vez estos dolores sean causa de buscar razones donde no las hay, tal vez la locura este subestimada. tal vez dejarse ganar por las emociones, por el deseo, sea la unica forma en la que vale la pena salvarse.
raquel cita para concluir su nota a un salvador sonriente, en ese video del `92, donde aseguraba que para ser escritor era necesario desviarse.
como salvador, que escribió un libro de auto ayuda con técnicas no ingenuas para gente en crisis en tiempos de cambios y que saltó por la ventana de un décimo piso porque le dolió todo tanto que decidió morirse de tanto vivir.
hoy me entero de que salvador benesdra fue reeditado, recientemente. me alegra, un poco, confirmar que ricardo sigue viviendo todavía.
vive ricardo.
vive salvador en esa cinta de celuloide.
vivo, entonces, yo también.
Qué linda entrada. Y qué lindo era Salvador. Me dieron ganas de leer su novela.
ResponderEliminarPor otro lado, me hizo pensar mucho en una película que vi hace poco, "Paisajes devorados". Yo veo películas medio por inercia, medio por estar en compañía de cinéfilos todo el tiempo. Por decirlo de otra manera, las películas me dan paja. Hace poco elegí yo (porque generalmente voy a ver lo que venga) y elegí "Paisajes devorados" porque me gustó la sinopsis (otro paréntesis: me da paja leer las sinópsis). Entré a verla y me atrapó infinitamente. Digo que me hizo acordar porque es la historia de un loco encerrado en un manicomio que vive más allá de su encierro. La historia de un ex director de cine delirante que por instantes tiene toda la lucidez del universo recopilada y por otros se va a mundos lejanos. La locura del tipo me facsinó al punto de que cuando la película terminó, yo estaba todavía mirando fijo la pantalla, metida tan adentro de la peli que me costó salir. La última vez que me había pasado eso fue cuando cumplí años en 2012. La historia, también, era de alguien medio desequilibrado. Un huraño depresivo. Andá a saber qué mambos me rondan.
No suelo recomendar películas, pero qué se yo, capaz puede gustarte.
Igual, a mi acompañante le pareció un embole.
Un beso,
Mery
Wow
ResponderEliminarSos una suerte de cajas chinas. A medida que se van destapando, aparece algo nuevo. Me informé de Benesdra. Voy a tratar de conseguir el libro. No quiero establecer ningún paralelo. ¡Dios me guarde y no me largue! Pero tenés que dedicarte a escribir Belén. O sea, a escribir para publicar.
ResponderEliminarTuve que leer dos veces el post (y en el medio otra nota sobre Benesdra) para entender cuál era el núcleo. No, mirá, tu locura (si la portaras genéticamente) no tiene nada que ver con la de él.
ResponderEliminarPara empezar, era un judío sefaradí. Te extrañará que te diga algo casi absurdo, como un "antisemitismo intra-judío" pero oíme: nunca conocí un judío sefaradí que no estuviera loco. Y mi señora, que con décadas de trabajar y vivir en el Once, conoció muchos más, coincide.
A grandes rasgos podríamos decir que esa locura tiene un doble aspecto. Por un lado, una necesidad desaforada de ganancia; aunque sea por centavos, tienen que sacarte algo con cualquier recurso: mentirte miseria, seducirte con melosidades, lo que sea. Y en la casa, tratan a la esposa con un patriarcalismo medieval. Todo, aparentemente, muy vulgar.
Pero cuando no se dedican a los negocios sino al intelecto, suelen derivar por el rumbo de lo místico. No por nada inventaron la Cabalá (que es un sistema delirante de interpretar la Biblia encontrando vínculos secretos entre términos aparentemente no relacionados. Derridá, que era sefaradí, inventó el "deconstruccionismo" con ese mismo principio).
Pueden ser músicos, pintores, psicoanalistas, troskistas, sionistas o antisionistas. Pero siempre (o muy a menudo, racionalmente no puedo ser racista) le van a dar un toque de involucramiento personal delirante. Podría contarte uno o varios casos, pero no vale la pena. Creeme que es así y no me pidas que te lo explique porque hasta ahora lo tomé como una curiosidad natural y recién me doy cuenta de que habría que estudiarlo seriamente.
En segundo lugar, "el origen no es el destino". Vos estás muy marcada por el peso de la palabra de tu madre, cuya muerte prematura te impidió llegar a redimensionarla más objetivamente, como hacemos cuando nos vamos volviendo adultos. Su propia muerte se te mezcla entre los vaticinios ominosos que te pesan como un lastre que te hubieran atado justo cuando tenías que empezar a volar. Pero yo no veo nada de locura en vos. Veo una petisa capaz de brillar entre amigos y amigas que la quieren. Que duda y oscila entre la nostalgia de volver a la niñez protegida (donde podría permitirse rabietas impunes) y arreglárselas solita como un adulto autárquico que no depende de nadie (cosa que nadie es). Que escribe mezclando espontaneidad y planificación pero que (a menos que tus "cuadernos secretos" demuestren lo contrario) no lo hace con obsesividad delirante, ni paranoia psicótica.
En cuanto a publicar...vos escribí, que si tiene que ocurrir, ocurrirá. Pero escribir pensando en salvarse" o "consagrarse" con "la" novela, es la mejor forma de arruinarse. Con el tiempo verás si lo que acumulaste va tomando una forma o un hilo conductor que pueda engarzar distintos textos o -incluso- descartarlos para encontrar algo completamente distinto. Fijate que yo dibujo caricaturas políticas porque nunca me lo propuse, sino que (en un momento de necesidad extrema) mezclé lo que había acumulado de Historia y de Arte y así salió cuando llegó el punto de convergencia. Ante todo, hacé lo que te gusta porque te hace bien hacerlo. Y, de veras, lo hacés bastaaaante bien. Un abrazo.
Pucha, jodido comentar después de Bob. Ehhhh... mucha facha SB, yo lo conocía con menos pelo.
ResponderEliminarVos lo pagaste 20 mangos y a mí me lo regalaron, te gané en rata.
Salió una película sobre El Traductor hace unos años. Eso te comentaba en mi blog, no sé si llegaste a leer.
Leíste las 15 pag?
Nos vemos AMI
el cancer de un lado, la esquizofrenia del otro.
ResponderEliminarque pinzas!
ines tiene laburo asegurado x un largo rato, jua
Genial, nena. Cuando escribís así me re conmovés. Beso.
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