primera parte
segunda
tercera
cuarta
quinta
sexta
séptima
octava
novena
décima
once
doce
trece
catorce
abrí la puerta de casa. un escalofrío me corrió por la columna vertebral cuando volví a pensar en él. pero no de frío, de placer.
deje las llaves sobre la mesa y me saqué el calzado.
me acerqué al espejo de cuerpo entero que tengo en el comedor y me miré. llevé mi mano derecha al cuello y otro escalofrío me envolvió. cerré los ojos. los abrí.
fui a la computadora y puse los redondos.
me miré de vuelta en el espejo. me ví preciosa. me até el pelo, desordenado, en una colita y me pasé la mano por debajo de uno de mis ojos. el delineador corrido persistió, sin embargo.
cerré otra vez los ojos, fuerte, cuando empezó a sonar esta canción
volví a llevar la mano a mi cuello, y apreté, levemente. con los ojos cerrados, me balanceaba al ritmo de la voz. lentamente bajé mi mano, acariciándome el cuerpo. los escalofríos venían, uno tras otro, como una serie de orgasmos desacompasados. el placer era continuo, su mano me volvía a apretar el cuello y la mía bajaba hasta mi entrepierna, sus labios, suaves, todavía seguían sobre los míos, tibios.
despacio, sin abrir los ojos, me saqué la remera. hice lo propio con los pantalones. el frío de la noche de invierno se combinó con mis sentidos completamente alertas, estaba totalmente erizada como no sentirme así me acaricié, lentamente, mientras susurraba qué podría ser peor intentando concentrarme en las sensaciones recientes eso no me arregla a mi y en la noción de su cuerpo cercano algo me late y no es mi corazón que no se me escurriese de los dedos; por momentos estaba conmigo el futuro llegó hace rato iba y venía, se me escapaba no tengo donde ir cerraba los ojos al punto de que casi me dolían con la ilusión de no perderlo del todo si ese perro sigue allí mis labios se abrieron levente dejando salir un suspiro que combinaba alivio y frustración cuando me sonó el celular
tengo que verte. ¿el miércoles a las 7 en tu casa?
me di cuenta de que seguía con la boca entreabierta y la cerré. ordené mis ideas, hoy era domingo. estaba tan cerca, y a la vez tan lejos.
por favor, no te arrepientas antes, le escribí, casi sin pensar.
yo me arrepiento de todo.
ofuscada, solté el celular sobre la mesa. me puse la remera y volvió a sonar.
menos de vos.
segunda
tercera
cuarta
quinta
sexta
séptima
octava
novena
décima
once
doce
trece
catorce
abrí la puerta de casa. un escalofrío me corrió por la columna vertebral cuando volví a pensar en él. pero no de frío, de placer.
deje las llaves sobre la mesa y me saqué el calzado.
me acerqué al espejo de cuerpo entero que tengo en el comedor y me miré. llevé mi mano derecha al cuello y otro escalofrío me envolvió. cerré los ojos. los abrí.
fui a la computadora y puse los redondos.
me miré de vuelta en el espejo. me ví preciosa. me até el pelo, desordenado, en una colita y me pasé la mano por debajo de uno de mis ojos. el delineador corrido persistió, sin embargo.
cerré otra vez los ojos, fuerte, cuando empezó a sonar esta canción
volví a llevar la mano a mi cuello, y apreté, levemente. con los ojos cerrados, me balanceaba al ritmo de la voz. lentamente bajé mi mano, acariciándome el cuerpo. los escalofríos venían, uno tras otro, como una serie de orgasmos desacompasados. el placer era continuo, su mano me volvía a apretar el cuello y la mía bajaba hasta mi entrepierna, sus labios, suaves, todavía seguían sobre los míos, tibios.
despacio, sin abrir los ojos, me saqué la remera. hice lo propio con los pantalones. el frío de la noche de invierno se combinó con mis sentidos completamente alertas, estaba totalmente erizada como no sentirme así me acaricié, lentamente, mientras susurraba qué podría ser peor intentando concentrarme en las sensaciones recientes eso no me arregla a mi y en la noción de su cuerpo cercano algo me late y no es mi corazón que no se me escurriese de los dedos; por momentos estaba conmigo el futuro llegó hace rato iba y venía, se me escapaba no tengo donde ir cerraba los ojos al punto de que casi me dolían con la ilusión de no perderlo del todo si ese perro sigue allí mis labios se abrieron levente dejando salir un suspiro que combinaba alivio y frustración cuando me sonó el celular
tengo que verte. ¿el miércoles a las 7 en tu casa?
me di cuenta de que seguía con la boca entreabierta y la cerré. ordené mis ideas, hoy era domingo. estaba tan cerca, y a la vez tan lejos.
por favor, no te arrepientas antes, le escribí, casi sin pensar.
yo me arrepiento de todo.
ofuscada, solté el celular sobre la mesa. me puse la remera y volvió a sonar.
menos de vos.
Hace muy poco empecé a leerte, y esta historia me atrapó. Espero que se dé de una vez porque ya me desespera (no tengo mucha paciencia, claramente). Ah! Otra cosa, sos bonita, dejá de tirarte abajo (consejos vendo, pero para mí...)
ResponderEliminarEu, gracias por pasar. Yo también te amo. Y aunque ya no te comente te leo siempre. Morí de ternura cuando se te quebró la voz, en un audio que subiste. Morimos varios ahí, seguro.
ResponderEliminart.
¿siempre sos la segunda en todas las relaciones piratonas?
ResponderEliminarMe gusta mucho el blog. Muy visual todo, me llegó
ResponderEliminarFalleció Belén? Ya fue este blog?
ResponderEliminarUna vez garché con ese disco pero sin querer lo estaba escuchando y pintó. También conocí a una piba hablando de divididos y llegamos re en pedo a la casa y le dije que ponga divididos y fue cualquiera pero igual no me importó porque estaba re en pedo.
ResponderEliminarHay otro poli késesto