esta historia empieza acá
me sorprendió la rapidez del movimiento. de pronto estaba muy cerca de él, y no tenía muchas posibilidades de alejarme, me tenía bien agarrada.
el humo de su cigarrillo me hizo toser. moví rápidamente la muñeca hasta que conseguí soltarme. con esa misma mano lo empujé hacia atrás. sin embargo su otra mano seguía agarrandome de la cintura. se va a dar cuenta de que estoy gorda, pensé. la ridiculez del pensamiento me hizo reir.
sonrió conmigo. ¿qué es lo gracioso?, preguntó divertido.
nada, nada, le contesté. y me alejé un paso mas, no se por qué, ya que no quería irme a ningún lado.
¿a dónde vas?, me preguntó, aflojando su brazo en mi cintura.
lo miré y me acerqué de vuelta a él, retocediendo en mi retroceso.
así está mejor, me dijo. con su mano libre alcanzó el cigarrillo y le dio otra pitada. volvió a colocarselo en la comisura. pensé que qué sexy que eran los hombres que sabían fumar. me reí otra vez de la observación pelotuda.
entrecerró los ojos. ¿y si me contás que cosa te parece tan divertida y nos reimos los dos?, me reprochó.
cerré los ojos y los abrí, intentando ganar tiempo. esta timidez pelotuda que me agarraba en los instantes de levantes me iba a matar, gracias a dios que tenía dos tetas, que sino moría virgen. me reí otra vez, pero me puse seria enseguida. él hizo un gesto de fastidio.
suspiré y le dije: nada, que me estás tocando la cintura y estaba pensando que te ibas a dar cuenta de que estoy gorda y me dio gracia pensar semejante pelotudez.
tiró el cigarrillo al piso. rápidamente puso ambas manos en mi cintura y me presionó hacia él otra vez. mi corazón se aceleró, sentí que su entre pierna también reaccionaba a mi cercanía. me puse mas nerviosa. hacia mucho calor, estaba transpirada, era un asco. que asco.
agachó su cabeza y pegó su mejilla a la mia. su barba de tres días me raspó la mejilla. subió sus manos y me abrazó. me abrazó fuerte. yo contuve la respiración, expectante. mis manos colgaban a los dos lados de mi cuerpo, y él me abrazaba cada vez más fuerte.
torpemente llevé una de mis manos a su cuello. la otra hacia su mejilla descubierta. me dio un beso suave en la comisura de mi boca y se quedó ahí, quieto.
los segundos se me hacían eternos. ¿por qué no me besaba?
esperé pero no volvió a moverse. torpemente entonces alejé mi cara de la de él y lo miré de frente. me quedé ahí, cinco, diez segundos, a un centimetro de su boca; el aliento caliente con sabor a cigarrillo me llegaba nítido, pero no me tocaba. sentía su entrepierna cada vez mas preparada. saqué mi lengua y le acaricié el labio de abajo.
fue la señal. me apretó contra él, y, finalmente, me besó.
me sorprendió la rapidez del movimiento. de pronto estaba muy cerca de él, y no tenía muchas posibilidades de alejarme, me tenía bien agarrada.
el humo de su cigarrillo me hizo toser. moví rápidamente la muñeca hasta que conseguí soltarme. con esa misma mano lo empujé hacia atrás. sin embargo su otra mano seguía agarrandome de la cintura. se va a dar cuenta de que estoy gorda, pensé. la ridiculez del pensamiento me hizo reir.
sonrió conmigo. ¿qué es lo gracioso?, preguntó divertido.
nada, nada, le contesté. y me alejé un paso mas, no se por qué, ya que no quería irme a ningún lado.
¿a dónde vas?, me preguntó, aflojando su brazo en mi cintura.
lo miré y me acerqué de vuelta a él, retocediendo en mi retroceso.
así está mejor, me dijo. con su mano libre alcanzó el cigarrillo y le dio otra pitada. volvió a colocarselo en la comisura. pensé que qué sexy que eran los hombres que sabían fumar. me reí otra vez de la observación pelotuda.
entrecerró los ojos. ¿y si me contás que cosa te parece tan divertida y nos reimos los dos?, me reprochó.
cerré los ojos y los abrí, intentando ganar tiempo. esta timidez pelotuda que me agarraba en los instantes de levantes me iba a matar, gracias a dios que tenía dos tetas, que sino moría virgen. me reí otra vez, pero me puse seria enseguida. él hizo un gesto de fastidio.
suspiré y le dije: nada, que me estás tocando la cintura y estaba pensando que te ibas a dar cuenta de que estoy gorda y me dio gracia pensar semejante pelotudez.
tiró el cigarrillo al piso. rápidamente puso ambas manos en mi cintura y me presionó hacia él otra vez. mi corazón se aceleró, sentí que su entre pierna también reaccionaba a mi cercanía. me puse mas nerviosa. hacia mucho calor, estaba transpirada, era un asco. que asco.
agachó su cabeza y pegó su mejilla a la mia. su barba de tres días me raspó la mejilla. subió sus manos y me abrazó. me abrazó fuerte. yo contuve la respiración, expectante. mis manos colgaban a los dos lados de mi cuerpo, y él me abrazaba cada vez más fuerte.
torpemente llevé una de mis manos a su cuello. la otra hacia su mejilla descubierta. me dio un beso suave en la comisura de mi boca y se quedó ahí, quieto.
los segundos se me hacían eternos. ¿por qué no me besaba?
esperé pero no volvió a moverse. torpemente entonces alejé mi cara de la de él y lo miré de frente. me quedé ahí, cinco, diez segundos, a un centimetro de su boca; el aliento caliente con sabor a cigarrillo me llegaba nítido, pero no me tocaba. sentía su entrepierna cada vez mas preparada. saqué mi lengua y le acaricié el labio de abajo.
fue la señal. me apretó contra él, y, finalmente, me besó.
Copado
ResponderEliminarChe, hay algo que quisiera saber, a raíz de este post y de las caricaturas sobre vos: tan buenas están tus tetas?
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