esta historia empieza acá
pablo se había mostrado muy interesado en conocernos, habíamos charlado casi todos los días durante una semana. sin demasiadas vueltas me dijo de ir a cenar algo para vernos. el vínculo con él era fluido, fácil, y eso, para una discapacitada vincular como yo, sumaba mucho.
cuando decidimos la zona en la que nos encontraríamos, pablo insistió en salir a caminar y ¨ver que encontrábamos¨. a mi la idea mucho no me copaba e insistí por intentar definir algún lugar, pero pablo porfió, dijo que era parte de su encanto encontrar los mejores lugares de la ciudad de casualidad. como no quería discutir demasiado, acepté.
cuando salí a reunirme con él, un rayo atravesó el cielo potente. casi inmediatamente se largó a llover.
yo, que había decidido no ir en auto para poder tomar (ya saben, un paso ineludible para soportar las primeras citas) y que estaba muy orgullosa del estado de mi pelo hasta ese momento, sentí que comenzaba a ponerme de mal humor. no tenía paraguas ni capucha y enseguida estuve empapada.
me trepé al 76 chorreando agua. me senté y escribí un mensaje:
belén: che, está lloviendo mal. lo de caminar ya fue, ¿no?
pablo: ¿te parece?
resoplé indignada y puse la función espejo en mi celular. mi pelo se había inflado pero todavía conservaba algo de dignidad.
abrí su instagram. repasé las fotos. recordé que era lindo. tenía un arito y linda sonrisa. parecía un poco hippie.
belén: es que me empapé y tengo el pelo horrible. odio mi vida.
pablo: tengo paraguas. ahora tu pelo está bajo las influencias del presente, asique seguro que estás mas linda.
sonreí.
bueno, pablo me caía bien.
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